Ayer fue mi cumpleaños.
Ayer fue mi cumpleaños. Cumplí 29, y ¿adivina qué? No sé qué hacer con mi vida. Estoy más perdida que nunca.
El año pasado pensaba que para cuando cumpliese 29 ya estaría mejor, tendría trabajo, que por fin habría podido dar el paso y estaría más cerca de cumplir uno de mis sueños en la vida. Pero lo cierto es que estoy triste, desempleada desde hace más de un año y más lejos de poder irme donde quiero.
No voy a decir lo típico de “de pequeña pensaba que a los 30 ya tendría trabajo, casa y demás porque no es así, y tampoco es mi plan, pero lo que sí es cierto es que hace un año sí creía que ya por fin mi vida empezaba. Pero no fue así.
Este último año ha sido duro, sobre todo por el hecho de haber tenido que volver al lugar a donde creía que no iba a volver más que en contadas ocasiones. En mayo tuve que volver a vivir a mi pueblo y es algo que aún no he podido asimilar. Lo tomé como una derrota, sentí que volvía atrás y todos los avances que había hecho en mi vida no habían valido para nada porque volví a la casilla de salida. Además, sin empleo, como la Meritxell de 2018. Estos 6 últimos años no habían servido de nada.
No paran de salirme en instagram vídeos de gente que se arma de valor y se va a vivir a otro sitio. O escucho historias de gente que ha vivido en muchos lugares distintos. No sé, gente que tiene mucha facilidad para dar el paso y yo no sé cómo hacerlo. Me siento atrapada y sin futuro.
Además, todo este tiempo desempleada y por tanto, con tiempo libre y por tanto, conmigo misma, me ha llevado a tener una crisis de identidad, ¿qué soy? ¿Maquetadora? ¿Ilustradora? ¿Editora de vídeos? Siento que sé hacer las cosas, pero que no soy suficientemente buena en nada como para destacar. No sé cómo definirme, ni siquiera quién soy.
Siento tanta presión por ser excelente que cuando creo que se me empieza a dar bien algo, veo el trabajo de otra persona que está a años luz del mío y pienso que nunca llegaré a hacer eso porque mi cerebro no es capaz de llegar a esa resolución.
Sé que estas palabras son muy tristes para decirlas en un día de cumpleaños, pero es que lo cierto es que no sé fingir. Así es cómo estoy y quería expresarlo en un día tan marcado para mí como es el 28 de noviembre.
Lo cierto es que uno de mis miedos es hacerme muy mayor, echar la vista atrás y sentir que he desperdiciado mi vida. Que no hice lo que quería por culpa del miedo, del bloqueo, de pensar demasiado, absolutamente cada aspecto y analizar cada posible escenario cuando ni siquiera he decidido dónde quiero ir. Siempre es la maldita cabeza.
Por eso, por esa futura Meritxell, y por la pasada Meritxell también, quiero usar este texto para animarme a por fin empezar mi vida anteponiéndome a la parálisis y la depresión. Para recordarme que tengo que seguir creando, aunque no sea la mejor en nada. Para recordarme lo feliz que fui cuando viajé a los sitios en los que elegí estar. Para recordarme el no ponerme metas tan concretas para así dejarme más libertad y no ser tan dura conmigo misma si no las acabo cumpliendo al 100 por cien.
Felices 29, Meritxell.
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