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Practicando

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Ayer y hoy he dedicado un buen rato de la mañana a dibujar en lo que he denominado mi sketchbook , pero que no empezó siéndolo. Me la compré en la Fnac de San Sebastián, allá por el 2021 y no lo empece a usar como tal hasta hace un tiempo. Primero, lo usé para hacer un ejercicio que me mandó hacer la psicóloga en el que tenía que escribir qué cosas dependían de mí y cuáles no. Ese y el de escribir tres cosas por las que estés agradecida antes de ir a la cama son ejercicios típicos de terapia. Creo, no sé. Tampoco soy terapeuta. Pero yo no venía a hablar de esto, que me entretengo en detalles que no tienen importancia para lo que quiero decir. Que decía que ayer y hoy he dibujado en la libreta y con la página de ayer estoy medio contenta porque recuperé en mi memoria una de mis canciones favoritas de la vida entera: L. Wells, de Franz Ferdinand. Hice algunos dibujos inspirada en la chica que aparece en el videoclip. Rellené los huecos con versos de la canción. En blanco y negro la págin...

Los gorriones.

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Los gorriones son mis compañeros de trabajo estos días en los que estoy enfrascada en el trabajo final de máster. En el rincón donde trabajo tengo un ventanal que tiene un alféizar de un tamaño considerable. Desde que vivo aquí he pasado muchas horas en este rincón mirando hacia la ventana, aunque dé a una fachada y para ver el cielo tenga que moverme. Un gato asomado por la ventana mirando con interés qué ocurre en la calle, la vecina tendiendo la ropa en el balcón y los gorriones que alguna vez se han apoyado en el alféizar para descansar entre vuelos.   Los vecinos de abajo tienen el cacharro del aire acondicionado fuera, al lado de la ventana de la cocina. Cuando me asomo, mi visión cenital me permite ver un cuenco con agua y otro con comida. Alguna vez he pillado a varios gorriones descansando ahí también. Uní conceptos: gorriones en el alféizar y comida encima del cacharro del aire , así que pensé en poner un bol con agua y trozos de pan en la ventana de donde trabajo para ve...

No es el final, es el inicio.

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Pues que ya he terminado el máster. Así de buenas ya ha pasado un año. Un año en el que me he planteado y replanteado muchas cosas, como si valgo para esto o no.  A los pocos días de empezar el máster y tras la primera asignatura, tuve un mental breakdown bastante fuerte y jodido. Se me juntó, supongo, las hormonas de la regla, el estar nada segura de mis dibujos y que hacía un mes que vivía en este piso. Fueron unos días bastante horribles. Sin embargo, me alegro mucho de no haberme rendido y haber decidido seguir porque de no ser así, probablemente no estaría escribiendo esto aquí. O estaría escribiendo, pero algo totalmente diferente. He terminado el máster con mucha más seguridad en mí misma y creyendo que sí puedo trabajar como ilustradora, cosa que para mí ya es un avance ENORME.  ¿Creer en lo que hago? ¿Ponerle valor a mis ilustraciones y pinturas? Qué me estás contando, quién es esta Meritxell de la que me hablas. Pese a que no estaba segura de mi trabajo final, creo q...

Mi último día

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A falta de horas para entregar el proyecto final, siento que no he hecho suficiente. Estoy más convencida ahora del resultado final ahora con los cambios aplicados, cierto es, pero mi voz crítica me dice que los directores del máster no considerarán mi trabajo al mismo nivel que el de los demás.  No dejo de autosabotearme, aunque oye, debo admitir que hoy estoy mejor anímicamente que en la entrada anterior, de hace unos días.  Es muy complicada mi relación con la ilustración porque con esto, al igual que con otras cosas en mi vida, necesito validación externa (aunque creo que este caso tiene más sentido, ya que trabajaré para clientes) y creo que hasta que no consiga mi primer proyecto real de ilustración, no sentiré al 100% que soy ilustradora. Me queda hacer la presentación presentando el proyecto final. A lo largo del día de hoy la haré, aunque será bastante larga, pero al menos tendré la oportunidad de mostrar todo lo que he hecho.  Seguiremos informando.

¿Qué hago? ¿Valgo para esto?

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En cuestión de días termino el máster al que he estado dedicándole un año entero. Sé que es algo muy típico de decir, pero: qué rápido pasa el tiempo.  He pensado en que, ya que tengo este blog que actualizo muy de vez en cuando, usarlo a modo de diario y compartir pensamientos por aquí para que me lea... ¿nadie? No lo sé. Ayer tuvimos la última clase antes ya del día de la entrega final (con presentación incluida) y yo iba medio contenta porque sentía que había trabajado mucho, le había dedicado horas y que me había salido algo más que decente, pero en el feedback del profesor, no lo sentí así.  No me dijo nada malo, solo cosas a mejorar, que sé que me hacían falta, pero ser la penúltima de la lista y haber estado escuchando alabanzas y cosas buenas a las demás compañeras, pues a la hora de mostrar mi trabajo... Me pareció horroroso.  Todos los demás trabajos me parecían muy profesionales. Vamos, que me creería que fuesen libros publicados o artículos de prensa. Sin emb...

Tu canción favorita empezó a sonar en la radio de los clásicos.

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Lo único que persiste en tu campo de visión es el miedo y (el puente de) tu nariz. Y mientras creces, aprendes a no prestarle atención, pero dicen que sigue creciendo. Miedo del pasado y del dolor que le acompaña. El futuro llega muy rápido, y no tienes ningún plan. En una época en la que te deshaces de cosas que solías amar, hay cosas que se deben abandonar. Promete algo, y luego no lo cumplas. Empieza una buena racha y luego rómpela. Y cuando oscuridad se apodere de tu alma, Sigue adelante. Luego, antes de que te des cuenta, pierdes a gente cercana y te esfuerzas para tener que gestionarlo. Descubriste la capacidad que tienes para el amor y la tragedia, asumiendo que las cosas siempre cambian. Te has encontrado ya muchas veces con ese dolor, y ahora estás menos preocupada si no hay nada planeado. Durante aquella época oscura, aprendiste cuáles eran tus límites. Los años pasan y la confianza crece. Y empiezas a darte cuenta de que tus ojos  se acostumbran a la oscuridad. Pero cuan...

Y entonces fue cuando me di cuenta.

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Ayer fuimos a una zona del parque natural de Gilet. Nunca había estado allí, pero me parecía que sí. Parecía el parque de Llíria en el que tantísimas veces he estado. Lo cierto es que tenía ganas de ir por hacer algo distinto el viernes: para hacer fotos, grabar, pasear… Lo que sea por sacarme fuera de casa. Pero toda esa ilusión fue desvaneciéndose a medida que llegábamos allí.  El camino en coche era anodino, el mismo tipo de paisaje, el mismo tipo de casas, los mismos colores de la tierra y los árboles.  Cuando llegamos a la zona, estaba llena de mesas típicas de “merendero” (no sé si se llama así solamente aquí o es universal), una zona para “torrar”, un parque con columpios y un tobogán. Encendí mi cámara para grabar, pero nada de lo que veía por la pantalla me llamaba la atención. Solo ocres, tierra seca y algunas ramas verde oscuro. El mismo paisaje de siempre.  Mi idea era grabar cosas para subir un vlog pequeño a YouTube, pero la apatía que me producía el entorno...