Fanny Sachs.
"Fanny me cogió la mano de nuevo y, en lugar de intentar disuadirla, respondí con una débil y azorada sonrisa. Ella debió de interpretarlo como una capitulación, porque en un momento después se levantó de su silla y dio la vuelta a la mesa para acercarse a mí. Le abrí los brazos y sin decir una palabra ella se acurrucó en mi regazo, plantó sus caderas firmemente sobre mis muslos y me cogió la cara entre sus manos. Empezamos a besarnos, las bocas abiertas, las lenguas agitándose, babeándonos las barbillas, empezamos a besarnos como un par de adolescentes en el asiento trasero de un coche".