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Esta semana ha sido, con diferencia, la peor hasta la fecha. Es viernes y mi pico de ansiedad y nervios va subiendo. Estar en casa me está obligando a estar más conectada que nunca, tanto de clase como al móvil. Siento que no puedo escapar. Desde que me levanto a las nueve y media hasta las diez de la noche estoy alerta con los dos correos abiertos (personal y el de clase), con el WhatsApp Web abierto, con los trabajos de clase abiertos, la agenda de clase y todos los post-it repartidos por el portátil y la pared para recordarme los deberes y las entregas (que luego me acostumbro a verlos y ni siquiera los leo). Todo para saber si los profesores nos avisan de algo, para saber si tenemos clase, a qué hora, para saber si tenemos deberes, si hay algo importante que se me ha olvidado, para informar a los demás si preguntan por algo… Y ya no solo en lo referente a las clases: si tengo un mensaje de algún grupo y veo que empiezan a hablar, no puedo no tenerlo abierto porque me da ansiedad no estar enterándome de todo por miedo a perderme las cosas. Son doce horas de tensión que paso frente al portátil. Incluso después de esas doce horas sigo estando con nervios porque siento que no he aprovechado el día y que tengo que seguir trabajando. Solo a partir de las once empiezo a sentirme tranquila. Tranquila porque es de noche y hay silencio, nadie habla por ningún lado y no tengo que preocuparme por el correo ni por nada. Eso, para una introvertida como yo, es una maravilla. Por fin consigo estar en calma y poder ver una película o un episodio de una serie. Sin embargo, tiene una parte mala y es que me entra el sueño de la tensión acumulada y no aguanto mucho en ese momento que tengo para mí.


Pero, por si todo esto fuese poco, se han añadido más elementos a mi malestar. Llevo días sintiendo un vacío de mi grupo de amistades y veo que hay personas que se toman la libertad de hablarme mal solo porque piensen que tienen razón. Pues no. Este es el momento en el que yo me planto; dejo de ir infravalorándome en estas situaciones creyendo que he hecho algo malo y luego ir preguntando si alguien se ha enfadado o no conmigo. Al final acabaré creyendo que mi existencia molesta a los demás y solo me quedará desaparecer. Creo que no recibo un buen trato desde el grupo, pero, además me siento una miserable porque, una vez más, me comparo con otras personas y ¡OH!, para mi sorpresa, vuelvo a sentir que no soy suficiente porque no soy tan interesante y maravillosa como ella


Esto último puede ligar con otra issue que tengo desde que tengo uso de razón: la idealización. Siempre que conozco a alguien interesante y tengo la suerte de poder hablar con él/ella me emociono, estoy feliz, abierta a hablar de todo. Mi pensamiento es: WOW, hay alguien que está invirtiendo parte de su tiempo en hablar conmigo, qué bien. Congeniamos. Todo muy genial. Al mismo tiempo, mi cabeza se llena de pensamientos del tipo: “joder, qué pesada eres”, “qué coño haces diciéndole eso”, “¿no ves que no te contesta porque le aburres?”, “PESADA”. La conversación fluye y eso me hace bajar el volumen, que no apagar, esos pensamientos tan nocivos. Hasta que, de repente, un día, volvéis a iniciar conversación y de los nosécuántos mensajes que recibías pasas a recibir dos y finalmente un “leído”. “¿Qué ha pasado?”, “¿Qué he hecho mal?”, “¿He dejado de ser interesante?”, “Si es que te lo he dicho, eres una pesada”. Empiezan a inundar mi cabeza esas preguntas sin respuesta. Y yo, sentada con el móvil en la mano, no puedo hacer más que entristecer porque, una vez más, ha vuelto a pasarme lo mismo. Cada vez veo que pasa más rápido pasar de un estado a otro. Y cada vez veo más difícil encontrar seguridad en mí misma.


Esta semana me ha dado tiempo a pasar por todo esto hasta que ha llegado el punto en que me siento triste y desamparada. Ansiosa porque veo que no puedo dejar el móvil sin atender, al mismo tiempo que quisiera lanzarlo por el balcón y no saber nada. No, no todos tenemos tiempo libre para ponernos a hacer cosas creativas y de tenerlo, preferiría aburrirme un rato, que ni para eso tengo tiempo.

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