A new era.

Este texto lo escribí hace un mes y medio y lo publiqué en mi Instagram. Fue un punto de inflexión en este proceso por el que estoy pasando y no sé cómo no se me ocurrió compartirlo por aquí, así que ahí va, texto publicado el 10 de mayo de 2020:

Hace dos semanas, y por primera vez en mi vida, decidí tomar la decisión de darme prioridad con respecto a los demás. No en un sentido egoísta, eso nunca, sino enfocado hacia el amor propio (eso que tanto me falta) porque veía que cada día que pasaba iba perdiendo más fuerzas hasta el punto de dejar de ser yo.

Toda la vida me la he pasado dejándome la piel por estar bien con los demás, de preocuparme por cada movimiento que hacía por si a alguien podía molestarle, de ayudar a quien sea, sea la hora que sea, de dar explicaciones incluso cuando nadie me las ha pedido, de asegurarme que todos sepan que siempre, SIEMPRE, estoy ahí. En definitiva, de caer bien a todos los que me rodean, algo verdaderamente agotador y más cuando no ves tus esfuerzos valorados.

Ahora que he decidido parar, priorizarme y escuchar a esa tristeza interior que tantos años lleva acompañándome es cuando más desamparada me siento. Me he dado de bruces con la realidad y no me ha gustado: Me he dado cuenta de que le importo a pocas, poquísimas, personas, menos de las que creía. Una parte de mí ya lo sabía, pero la otra no lo quería admitir para seguir pensando que aquello en lo que creía era verdadero. Y debo decir, que igualmente ha sido doloroso.

Mi cabeza está llena las 24 horas. Llena de culpabilidad, de dudas, de preguntas sin respuesta y de ganas de querer huir de este sufrimiento que lleva atormentándome tantísimos años que no me deja avanzar.

Rompo a llorar cuando menos me lo espero, se me acelera el corazón cuando veo que tengo mensajes, empiezo a temblar cuando pienso en entrar a Instagram.

Estoy triste, nerviosa, dolida y lo digo sin esconderme. Estoy mal y no voy a fingir lo contrario. Lo voy a estar durante un tiempo indefinido. Puede que un mes, puede que dos, puede que nunca acabe o puede que un día simplemente me levante y lo tenga tan asumido que no sea lo primero en lo que piense al abrir los ojos por la mañana.

Supongo que este es el precio a pagar por hacer un esfuerzo psicológico de este calibre a los 24 años, después de llevar toda una vida construyendo mi personalidad sobre un mar de inseguridades y poca autoestima.

No sé si lo conseguiré o tiraré la toalla, no sé si acabaré peor de lo que estoy y tampoco sé si estoy haciendo lo correcto. Pero, lo que sí sé, es que estoy intentándolo, aunque sea muy doloroso.

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