Qui fa tot el que pot, mai està obligat a més.

Una llamada puede cambiarlo todo. Un minuto estás feliz y contenta porque es el cumpleaños de tu pareja y vais a pasar el día juntos, saldréis, cenaréis en un restaurante... Hasta le preparas el desayuno como si de una comedia romántica se tratase. Todo es genial, hasta te hace más ilusión celebrar su cumpleaños que el tuyo. Todo apunta a que será un día estupendo porque, además, esa misma semana te han dicho que el próximo viernes empiezas tu primer empleo que tanto has deseado y trabajado para obtenerlo.


Pero, al minuto siguiente, todo cambia.


Suena el móvil. Miras quién es. Es tu padre. Lo coges y le preguntas si está todo bien. Hace un rato le has llamado porque ayer te quedaste preocupada después de escuchar su voz por teléfono, pero en ese momento no te lo ha cogido. Te responde que estaba en el médico. Preguntas por qué. Te dice que se ha cogido la baja por ansiedad y depresión. En ese momento todo cambia, el mundo se derrumba a tu alrededor, el día se tiñe de tristeza como una gota de tinta cayendo en un vaso de agua. Todo adquiere un tono grisáceo y a partir de entonces, nada vuelve a ser igual.


Ha vuelto a pasar. Pero esta vez no tienes 14 años, estás en tercero de la ESO y lo que más te preocupa en ese momento es que tu mejor amiga y tú os estáis alejando.

No. 

Esta vez tienes 25 años, estás a punto de empezar a vivir la vida para la que te has estado preparando y eres perfectamente consciente de todo. Incluso demasiado.


Los días siguientes son una sucesión de eventos traumáticos, lágrimas, tristeza, llantos, miedo, rabia, ansiedad… En medio de toda esta tormenta, empiezas en tu nuevo empleo cuando solamente ha pasado una semana desde la noticia. Octubre, noviembre y diciembre pasan a ser unos meses en los que, sin nadie pedírtelo, te ves moralmente obligada a hablar con él todos los días, a ir a visitarlo dos veces a la semana, a hacerle favores, a hacerle de coach emocional, a buscarle ayuda psicológica pese a su negativa, a estar pendiente del móvil por si ocurriera alguna emergencia… A vivir por y para él. Solamente piensas en él. Te despiertas de madrugada, miras el móvil y son las 3:47h y piensas en si seguirá despierto o habrá conseguido dormirse.


Al mismo tiempo que te dedicas en cuerpo y alma a él porque crees que es lo que debes hacer, va creciendo en tu interior un enfado muy potente que se suma a los años y años de maltrato psicológico que has recibido por su parte y que ha calado en tu interior hasta el punto de necesitar ayuda psicológica. Pero, aun así, ahí sigues.


De entre la inmensidad de sentimientos que estás experimentando, uno es el que más se intensifica: la impotencia.



Durante todo ese tiempo estás aislada de todo lo que pasa porque no entras casi nada en tus redes, no tienes tiempo de pensar en ello. Sin embargo, en una de esas ojeadas, te enteras de que uno de tus grupos favoritos, Vetusta Morla, va a sacar un CD dos días antes de tu cumpleaños y ese pequeño suceso se vuelve una razón por la que ser feliz durante algunos minutos. 


Llega el día: 26 de noviembre. Es viernes. Decides que te vas a dar el capricho y al salir de trabajar vas directa a comprarte el CD, viaje que aprovechas también para comprarle un regalo a tu padre porque en menos de un mes es su cumpleaños y a pesar de que nunca le ha gustado nada de lo que le has regalado, decides este año comprarle algo, fruto de la culpabilidad que sientes simplemente por estar viviendo tu vida. Te debes a él y solamente a él.


Esperando al metro cargada con el CD, el regalo y la mochila del trabajo empieza a sonar a través de tus cascos la canción La dels Beatles de Zoo. Una canción del nuevo disco que no has escuchado más que una vez y de pasada, pero, ese día decides darle al playLlepolies entero. La música suena de fondo como una banda sonora, pero tu cabeza está colapsada de pensamientos que no te dejan prestar atención a la letra. Hasta que, de repente, el cantante dice una frase que cala en lo más profundo de ti:


que el que fa tot el que pot, mai està obligat a més.


En ese momento, toda tu percepción cambia por completo, te sientes comprendida. Alguien ha sabido decir lo indicado en el momento indicado, aunque sea a través de una frase de una canción dicha por una persona que no sabe de tu existencia. Pero, en tu interior, quieres pensar que esa frase está escrita para ti. 


Esa frase resume tu estado psicológico durante esos meses tan intensos y tristes. Y es que, realmente, has hecho todo lo que has podido. Nadie te ha obligado a hacer más, solamente tú. 


Tú misma te has creado las expectativas que han derivado en culpabilidad porque crees que no las estás cumpliendo. Aunque, si te paras a pensar, esta "obligación" acompañada del sentimiento de "no ser suficiente" no están en tu cabeza porque han aparecido sin ningún contexto, sino que tienen todas el mismo origen: tu padre. Sí, esa persona a la que crees que le debes algo porque toda tu vida te ha recordado que estás en deuda con él y siempre te ha hecho creer que tus elecciones no eran las correctas, que solamente valía su punto de vista. Por suerte, supiste darte cuenta y elegiste otro camino; un camino que a día de hoy te está dando trabajo; un camino que te está haciendo creer que vales para algo; un camino alejado de él, y que te aterra perder desde aquel 24 de septiembre cuando recibiste aquella llamada que cambió todo.



Recuerda: su bienestar no depende de ti, no eres la salvadora de nadie, tu vida es la más importante para ti, tienes derecho a vivirla, has ayudado en todo lo que has podido y sobre todo…


que el que fa tot el que pot, mai està obligat a més.

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