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 Hoy hacer realidad mis sueños me parece muy poco factible. 

Desde el 1 de febrero estoy yendo a la piscina dos veces a la semana de manera regular. Me va bien porque en una hora muevo todo el cuerpo y desahogo mi ansiedad, que es lo que necesito. No pretendo ser profesional, ni dar la turra con el tema, ni ser la más nadadora, solamente necesito hacer ejercicio y nadar me gusta. La parte mala es tener que ir a una piscina municipal para ello ya que, psicológicamente, es un esfuerzo muy grande para mí el acto de ir a la piscina por toda la exposición que conlleva tanto física como a la hora de moverme en el agua, pero merece la pena el esfuerzo porque luego me siento muchísimo mejor. Además, es la primera vez que disfruto haciendo ejercicio, algo que me alegra.

El caso es que pese a que se sigue teniendo que reservar antes de ir, nada te asegura que no tengas que compartir carril en la piscina (algo que a mí me incomoda bastante, la verdad). No sabes cómo de llena va a estar hasta que estás allí dentro. Lo normal es pensar que hay ciertos rangos de hora en los que habrá menos gente, pero esa lógica no aplica a este caso, créeme. Ha habido días que me he quedado sola en la piscina y otros en los que estaba abarrotada. Ambos siendo martes. Esta incerteza me da muchísima ansiedad, pero aun así, me he armado de valor todas las veces que he ido porque una vez dado el paso, estando ya dentro del agua, me siento bien.

El miedo a que toda la piscina esté llena lo he conseguido superar en dos ocasiones, hasta hoy. Una tercera no ha sido posible.


Hoy será un día cualquiera, estará lejos de ser el día que uno quiere, como dicen los Carolina Durante, y es que no ha sido un buen día para mí. Ha sido un día de esos en los que todas las cosas que me afectan se juntan para hacer mi día a día un poco más difícil. 

Hoy ha sido claramente un día de recaída, algo totalmente normal en un proceso de sanación, pero eso no quita que sea doloroso. 

  • Hoy he vuelto a sentir dolor en las contracturas de los omóplatos.
  • He vuelto a llorar en el trabajo.
  • Ha vuelto a afectarme en mis actividades externas.
  • No he tenido ánimos para nada más que estar en la cama.
  • He vuelto a sentirme inútil, inservible, sola.

He vuelto a la misma situación física y psicológica de hace unos meses y ha sido horrible. No sé cómo podía aguantar tanto, pero el caso es que lo hice y eso me hace ser una persona más fuerte, aunque yo no quiera creerlo.


Volviendo a la piscina, ahora sabiendo cómo estaba anímicamente, ha sido duro. He llegado, pasado por recepción, entrado a los vestuarios e ido directa al baño a cambiarme. He guardado mis cosas en la taquilla y salido hacia la piscina. Hasta ahí todo normal. Con un primer vistazo he visto que estaba llena, pero, como he dicho, no es la primera vez que me encuentro con esta situación. Después de la ducha breve para antes de entrar al agua, ya he mirado mejor y he visto que todos los carriles estaban ocupados, pero luego, al ver que todos tenían una botella de agua en el borde, he entendido que iban “en plan pro”, por lo que no tenía cabida en ninguno. El único en el que podía haberme metido es el que había una señora mayor, sin embargo, en ese carril hay una silla para personas con poca movilidad que bloquea una parte, por lo que compartirlo habría sido complicado.

Así que allí estaba yo, de pie en bañador y gorro (fatal), mirando a cada persona, cómo de rápido iba, dónde podía ponerme sin molestar mucho, queriendo desaparecer. En ese momento no sé qué me daba más vergüenza, si irme sin más, o entrar en uno de los carriles.

Al final, me he metido en uno, el del borde, el que más me gusta, el más ancho. Me he metido creyendo que sería una de esas veces que si aguanto un poco, al final me quedo con el carril entero para mí porque la otra persona acaba el turno. Pero en este caso no estaba compartiéndolo con una mujer que también va a su ritmo como las otras veces. No. Estaba compartiéndolo con un hombre que iba a 200 km/h y que me salpicaba cada vez que pasaba por mi lado. Yo iba rozando la pared porque quería molestar lo menos posible. Estaba incómoda y quería salir de allí.

No sé si en otro momento hubiese aguantado, pero desde luego, hoy la piscina se ha convertido en un lugar hostil. Cinco minutos he aguantado, conforme he llegado otra vez al borde, he salido, he ido directa a los vestuarios, me he cambiado y he huido. Solo quería llegar a casa.


En mi cabeza siento que he hecho el ridículo, pese a que lo más probable es que nadie se haya dado cuenta o ni siquiera se acuerden ahora mismo. Pero para mí ha sido triste, hoy no he sabido gestionar la situación.


... pero no está mal, está bien, y si vienes, estará mejor aún.


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